10 julio, 2015

Cuando la magia aparece en un rincón de Gimarães



Gimarãeses una ciudad realmente hermosa. Llegamos exhaustos y nos encontramos en pleno centro con el restaurante Nicolino. Tiene una terraza en la placita donde se encuentra y sus dueños ofrecen una atención esmerada y realmente cálida.



La escena es idílica, una mesa con manteles de cuadros rojos y blancos, en otra mesa animada, un hombre, acompañado con su guitarra canta hermosas canciones en portugués. El dueño, que parece ser amigo de esta mesa no cesa de traerles cosas que pintan deliciosas. El ambiente es animado, hay sol, el día está despejado.



Y nos traen un pan casero, queso de cabra, con un aceite de oliva perfumado de laureles y ajo que sirve para mojar el pan y el queso… tortitas y croquetas de bacalo, sardinas fritas, y un estofado de conejo, que ha preparado para la otra mesa, y que el dueño nos regala una generosa porción para que lo probemos. Cuánta generosidad y calor humano.

Ciertamente idílico, oporto casero (regalado por la casa) y postre para cerrar mientras la música no para… fue difícil levantarse de esa mesa y partir, que gozada. Los precios muy económicos y cocina casera.



Restaurante Nicolino
Rua Doutor Avelino Germano, 99
Gimarães, Portugal
Teléfono: +35 125 30 55 921





7 comentarios:

  1. Mi querida Claudia: lo que acabo de leer es la descripción más sabrosa (y convincente) del Paraíso. ¡Vale la pena portarse bien!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pedro, no lo vas a creer, pero cuando me fui dije que era el paraíso, que bien, sí que me haya tocado un cachito.
      Saludos

      Eliminar
  2. Vaya. Me he recorrido casi todo Portugal, pero me falta Guimaraes (entre otros, claro). Despues de leer tu post voy a tener que meterlo en mi lista de sitios a visitar con urgencia. Por de pronto, apunto el nombre de tu restaurante.
    Saluditos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ah, Sorokin, pon a Guimaraes ya en tu lista, es una preciosidad de lo más cuchi.
      Saludos

      Eliminar
  3. Soy una conversa al bacalao desde que estuve en Lisboa, hace ya una pila de años. Y esas tortitas de bacalao me dicen... ¡cómeme! PINTAZA. Y ya el detalle del mantel de cuadros lo remata.

    ResponderEliminar
  4. No se si Guimeraes será "cuchi", pero la acogida del restaurante, la música y el ambiente entrañable, me invitan a no dejar de visitarlo en mi próximo viaje a Portugal. Un beso

    ResponderEliminar
  5. Pilar, Guimaraes sí que es muy cuchi :-) Y esas sardinas estaban de muerte, y el queso y elel conejo estofado que nos regaló el dueño, porque le sobraba de la comida que tenía también afuera con amigos. Por cierto, uno de ellos acariciando la guitarra y cantando hermosas canciones brasileñas... Una parada que supuestamente iba a ser para agarrar un tentempie que se convirtió en una tarde mágica. Luego tocó ver el palacio de los duques de Braganza y demás monumentos a la carrera, pero con un puntillo de vino y felicidad delicioso... Vivan las sorpresas de los viajes!

    ResponderEliminar