El restaurante es grande, era un antiguo bistró chic de los años cuarenta, con vitrales art noveau, lujoso, con una decoración a trozos hermosa y por otro un tanto pomposa, pero parece funcionar. Sin dudas comer en butacas de terciopelo es muy confortable. Tiene un jardín de invierno acristalado que da a una terraza con jardín.
La atención es justa, por momentos algo deficiente. La bodega de vinos es la más grande que he visto en mi vida, son paredones y paredones tapizados de cavas. La carta de vinos es un libro de bodega, 210 viñedos, con 1200 referencias, y solo tienen borgoñas. Es como ver un cachito del cielo en la tierra.
Pasamos al menú más económico, sin postre, solo el primer plato y segundo (por dios, en París hay cientos de pastelerías que pueden hacernos llegar al cielo). De los dos primero que ofrecía ese día la carta, probamos la gambas con en una pasta de aguacate y fruta de la pasión, con crocante con sabor marino. El otro, jamón de cerdo negro de Gascone en una cama de espuma.
De segundo rodaballo salvaje, escalfado a fuego lento, en salsa verde untuosa con verduras.
Como veredicto, celebro la originalidad de los platos, la frescura, lo vistoso y bien presentados, pero creo que le falta magia, todo estaba bien sin llegar a sentir emoción alguna, más allá del hermoso entorno, el bueno vino y de sus hermosos platos. Sin duda, algo decepcionante, con una relación calidad precio, que resulta algo inflada. Mejor reservar si se quiere conseguir una mesa, aunque el restaurante es grande.
Les Climats
41, Rue de Lille
75007 París
Teléf.: +33 0 158 62 10 08
¿Solo tienen Borgoñas? Supongo que el vino no estará incluído en los menús que dices, porque si no, lo bueno es pedir el menú más barato, no hacerle ni caso y beberse el Borgoña. Por lo demás, aunque bien decorado, parece un poco frío. Los platos, tiene buen aspecto, pero no ilusionan: ese rodaballo salvaje no me dice nada, de verdad.
ResponderEliminarSaluditos
Tal como te lo imaginas, los vinos no están incluídos, y son carillos, claro, son borgoña. Lo que solo haya borgoña, no le gusta nada a los amantes de la champaña, que tienen que decantarse por los espumantes de la región pero que nunca serán lo mismo.
EliminarSaludos
No, Claudia. Quedo conforme con lo que nos cuentas. Eso sí, seguro que me iré por ahí a disfrutar alguna de esas tantas pastelerías celestiales. ¡Un abrazo!
ResponderEliminarEl lugar aunque "pomposo" parece encantador, sobre todo esa veranda sobre el jardín, los platos para el precio no parecen la gran cosa pero les etoiles se pagan y apetece visitar estos lugares, aunque sólo sea para poder opinar, como te envídio!. Un beso
ResponderEliminarCoincido contigo, Pilar.
EliminarSaludoa
El patio del restaurante es una maravilla pero... ¡sillas con estampado de leopardo! Eso es pecado mortal.
ResponderEliminarCoincido en que el restaurante resultó un poco decepcionante. He probado pescados mucho más sabrosos y de mayor creatividad en otros lugares y a un precio más asequible. Y la ausencia de postres deberían hacérsela mirar… La verdad es que me pasé buena parte de la comida imaginándome un atraco perfecto nocturno para meter en una furgoneta esa bodega infinita de vinos :-)
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