Fuimos al restaurante Baltazar, en Zagreb, por una recomendación entusiasta que parecía en a guía Lonely Planet. El sitio es bonito, no por su decoración en sí misma, sino por sus espacios semi abiertos en el que se puede ver plantas y disfrutar del buen clima de la ciudad.
En líneas generales la comida llega a ser cuanto mucho correcta, pero nunca sobresaliente, si tomamos en cuenta que el restaurante es un poco caro...
De entrante, una minúscula ración del rico queso de Pag, que no dejó de asombrarnos por sus escasos cinco (¿o cuatro?) delgados trozos. El enrollado de cerdo combinado con queso quizá fue uno de los platos más gustosos, el bistec Baltazar, que viene con un poco de foie de cerdo resultaba sabroso pero sin sorpresas. Se podría repetir lo mismo con le resto de segundos platos que pedimos, el solomillo a la plancha y el preparado con salsa de frutas: buenos pero olvidables. Los acompañamientos (que se cobran aparte) no ayudaban, excepto los ñoquis. Los champiñones, si bien estaban al dente, eran bastantes sosos. Las patatas asadas parecían de las que vienen congeladas.
Los vinos son algo caros, y no del todo buenos, además de que lo sirven un poco caliente y mal (el camarero insistía que era un trozo de corcho el insecto con alas que había caído en mi copa). El servicio deja mucho que desear.
El precio por persona, sin postre, son aproximádamente unos 35 euros. Quizá cosecharon buena fama o gozan de buen marketing, por mi parte, no vuelvo.
Nova Ves, 4
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