El mero, aunque gustoso, estaba bastante frío, nadaba en demasiada salsa.
El restaurante tiene una decoración un poco rara, algo demodé y fría. Tiene una terraza frente a una pequeña piscina. Aunque también la decoración era algo desangelada, siempre se agradece disfrutar del buen tiempo que suele hacer en las noches caraqueñas. La atención es correcta, el camarero no tiene mucha idea de los vinos, por no decir ninguna. La carta es interesante, mezcla de la cocina criolla, toques asiáticos y todo ello pasado por una buena dosis creativa.
El problema, sin duda, ha sido la ejecución de los platos. Da la impresión que la chef estaba de vacaciones y su cocina queda a la deriva. Primera sorpresa, todos los platos llegaron a la mesa en cuestión de brevísimos minutos, casi no podría competir el mismísimo McDonal's en rapidez, lo que me remite a platos pre-preparados (supongo y espero que no todos) que pasan por un golpe de horno y listo. Y sin duda es lo que me pareció, en cuanto a las texturas que tenían que estar crujientes (que no lo estaban), a la jugosidad que deberían tener ciertos platos, que uno sabe bien que es imposible obtenerla si son platos listos con anterioridad. Quizá también pecan de excesiva salsa en los platos, puede que sea un gusto muy venezolano, pero la cocina creativa se está desmarcando cada vez más de los antiguos platos pesados que nadaban en salsa.
Mi veredicto es que parte de buenas ideas pero descuidan totalmente la ejecución, quedándose las propuestas en puras intenciones y quizá poco esmero por lo cuidados que supone toda cocina que quiera llamarse gourmet. Una pena y una decepción porque este lugar gozaba de prestigio. Por cuestiones de inflación es difícil decir el rango de precios, pero es bastante caro para el estándar venezolano.
Hotel Altamira Suits
1ra. Avenida de Los Palos Grandes
Caracas
Teléf.: +58 (0) 212 209 34 53
No me gusta mucho lo que conozco de cocina criolla y más si va aderezado con demasiada salsa, en cualquier caso te envidio, viajar y viajar, conocer sitios nuevos, otras costumbres, diferentes cocinas, te leo con mucho interés y aprendo con tus acertadas opiniones. Un beso
ResponderEliminarPilar, miles de gracias por tu opinión, me alegra que lo disfrutes.
EliminarSaludos
Interesante. Tras leer tu crónica, creo que si voy a Caracas, no voy a ir a Palms, pero la verdad es que se han esforzado en decorar los platillos. Eso sí, el mero tiene demasiada salsa. Parece uno de esos platos que hacen los franceses y que llaman "à la nage", que en realidad son casi una sopa.
ResponderEliminarSaluditos
Ojalá los responsables de Palms te lean, Claudia. Es una lástima que estas iniciativas, tan valiosas para el fortalecimiento del patrimonio inmaterial de un país, no lleguen a buen puerto por fallas como las que describes (o más bien denuncias). ¡Un abrazo!
ResponderEliminarLo has clavado, Claudia. Mucho ruido para tan pocas nueces. La propuesta invita, pero se quedan en la apariencia, porque el resultado de los platos deja mucho que desear. Ese pescado casi tenía más salsa que los sin par perros calientes de los puestecitos caraqueños, y la comida no puede ser preparada a la velocidad de Usain Bolt.
ResponderEliminarEso sí, me sigue provocando una gran sonrisa recordar esa decoración kitsch, de aspiraciones tropicales y resultad cuasi andrógino. Yo creo que Kaurismäki podría utilizar el lugar de localización si se anima a rectificar con un toque caribeño su próxima salsa-película. Y si no, esa piscina y atmósfera demodé encajarían en uno de esos pasajes oníricos de Lynch, camarero inquietante incluido :-)