Desde el principio la atención fue accidentada. Nos atendió un señor que supongo de la familia Bracanovic, quienes están al frente, que no hablaba sino croata, lo que dificultó las cosas, y no anotaba la comanda.
Tienen un digno vino blanco de la casa, y de primero optamos por unos mejillones al ajillo, que han sido insuperables para la mayoría de los comensales. Frescos, delicados e inolvidables. De segundo pedimos un excelente pescado de carne blanca (nunca supimos cuál era, supongo uno específico de la zona), preparado al horno de leña, haciendo gala de la frescura del mar y conservando un equilibrio entre lo jugoso y suave. Nuevamente, categoría de notable y perfecto. No fue así con la pasta con almeja (que la trajeron casi más de una hora después del primer plato), la cual pecaba de salada, aunque gustosa, no superó la disfrutada en Split en la taberna Hvaranin.
Al pedir nuestra segunda botella de vino blanco, nos trajeron una de grappa!, sin pedir disculpas la retiraron y, luego, cuando nos ofrecieron un aperitivo de grappa de la casa, nos trajeron !¿chupitos de vino blanco?!, así de absurdo como lo leen. En otro momento tratamos de pedir ayuda a uno de los camareros de la terraza, y simplemente se negó porque él atendía arriba. Bien vale salvar a la chica que atendía afuera, amable y atenta, la cual fue una lástima no tenerla como camarera.
Además de los pescados tienen como especialidad cordero, que no probamos pero que lucía realmente apetitoso. Hay manteles de tela, velas y un ambiente agradable. Los precios de un kilo de pescado blanco son 220 kunas, unos 31 euros. Por comensal sale aproximadamente unos 40/ 45 euros. Si se tiene suerte con el camarero, quizá sea una comida ideal, sino, puede ser una experiencia realmente molesta.
Vjekoslav & Eta Bracanoviæ
(lo siento, no tienen nombres y números muchas calles)
Hvar
Tel: +385 091 5833082
Imagen: ©Claudia Hernández
Esta taberna me regaló uno de los mejores pescados que he probado en mi vida,de una textura y sabor sublime, y la atención más esquizofrénica desde que tengo uso de razón... y de tarjeta de crédito. A pesar de todo, volvería a lanzarme a esa piscina para pescar ese hermoso ejemplar que estuvo toda la noche bailando funky en mi paladar.
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